Pensionada con 42 años de servicios, enferma y sin seguro

POR: JUAN PABLO BOURDIERD.

Sabaneta, Santiago Rodríguez, RD. – Ylda Quisquella Disla nació en el Pino, Dajabón el 21 de febrero del 1950.

Mi papá me puso Ylda Quisqueya porque había dos mujeres en Los Compos que eran muy hermosa y mi padre vivía enamorado de ella dos, expresó.

Tengo dos hijas Anelfa y Amelfy, también he criado dos varones.

Mi madre era partera empírica, mientras mi papá era agricultor y también ganadero.

Estudié hasta el quinto grado en la escuela de Los Compos, luego me trasladé al centro educativo del Pino, hasta completar el octavo grado.

Una anécdota ocurrida cuando yo era estudiante, yo le tengo terror, fobia a las serpientes, los compañeros encontraron una serpiente en un árbol de mango; yo estaba copiando alguna tarea, haciendo algo en el aula, me llamaron Quisquella corre, corre ven que tenemos algo, salí corriendo delante; pero venía otro detrás de mí con una culebra en las manos; entonces me la pusieron en los pies; yo era gritó, grito y saltaba y saltaba y caía encima del mismo reptil, suerte a Dios que vino una profesora y me liberó, era una pendeja culebra negra, fue lo peor que me pasó como estudiante; hasta el recordarlo siento miedo.

No me gustaba la matemática por los números; pero me gustaba todo lo que tenía que ver con el cuerpo humano, como en el caso de la anatomía y la biología.

Mi profesor favorito fue Apolinar Peralta, muy buen educador; pero aquí en Santiago Rodríguez sentí un gran afecto por el caballo Humberto Hidalgo, él hizo que yo le perdiera el miedo a la matemática; en la universidad me fue muy bien gracias a HH.

Me encanta comer sancocho, arroz blanco, pastelón, lasaña, puré de papa…

Lo más bonito que me ha pasado es ver mi sueño realizado como enfermera; cuando tenía 15 años me dio una apendicitis; y me operaron en el hospital Ramón Matías Mella de la provincia Dajabón, ver todas ellas vestidas de blanco, eso me marcó, acostada en una cama me propuse, “cuando fuera grande sería enfermera”. Esa fue la causa principal para yo decidirme por esta carrera. En el año 1968, con apenas 16 años salí de mi casa y me puse a practicar el oficio en el hospital José María Cabral y Báez de Santiago, precisa Disla.

Agregó la practicante, yo me destaqué en la enfermería porque yo vivía la profesión, disfrutaba lo que hacía, amaba mi trabajo, respetaba las reglas; gracias a los gremios de enfermería estuve la oportunidad de hacer muchos cursos que me ayudaron como: enfermería, vacuna planificación familiar, congreso de cooperativa; yo estoy vieja y enferma; pero si me dicen que debo trabajar en lo que siempre quise y amé, con todo el gusto disfrutaría nuevamente.

Resalta Ylda Quisquella Disla, “las enfermeras ahora van en coche, cuando yo inicié habían muy pocas enfermeras y debíamos hacer turnos de 6 días, en los últimos tiempos hay mayor personal, disfrutan de buen sueldo, tienen seguro médico; pero eso no me amilanó, siempre quise estar en lo que me gustó desde adolecente”.

Indica Disla, las principales dificultades de las enfermeras son las precariedades que se viven en algunos momentos en los hospitales; los recursos se limitan, no hay medicamentos, herramientas de trabajo; es algo que presiona a cualquier trabajador de la salud.

Además, el personal de enfermerías recibe muy mala alimentación, poca y de baja calidad; pero eso no fue siempre así, cuando estuvo Sor Lucía Leroux en la administración del hospital General Santiago Rodríguez había una alimentación bien aceptada, incluso cuando era tarde la noche las enfermeras tenían derecho a una merienda; dándole fuerza para seguir de pies durante la noche.

La Auxiliar de Enfermería cuenta su primera experiencia, oiga no quiera usted sabe, yo tenía 16 años cuando entré al José María Cabral y Báez de forma honorífica, me pagaban el servicios de ocho horas a RD$: 2.00 trabajando en la sala post quirúrgica de hombres; me llevaron un paciente muy joven herido de una puñalada para prepararlo, el cual sería intervenirlo quirúrgicamente, yo nunca había visto un hombre desnudo, mi padre era muy cuidadoso; me dice la licenciada, Disla le toca preparar este paciente urgente; y le pregunto y ¿Qué tengo que hacerle? lo primero que tiene que ser rasurarlo y ponerle sonda y después me dice, no no no está bien, solamente rasúralo y yo le pongo la sonda; “cuando yo he tenido que agarrarle el pene a este jovencito de 18 años muy bonito, comienzo a depilar y hecho esto ‘paca’ para allá, arriba, abajo, al lado; el muchacho ha reaccionado, ¡que vergüenza! el joven herido; pero no muerto, lleno de sangre sintió vergüenza y se puso una toalla en la cara”.  Esa ha sido la experiencia más grande que yo he podido tener, pero el muchacho se salvó, sólo lo volví a ver cuándo fue a cortarse los puntos, luego a los 2 años me trasladaron para Santiago Rodríguez.

Si me tocara nacer nuevamente me decido por ser enfermera, es lo que llevo en mi sangre de lo contrario sería psicóloga.

En mucho caso en mi larga carrera de enfermería reacciones quizá de forma negativa por algunas casualidades o situaciones de momento, no había sueros, un simple catete, faltas de medicamentos; esos son momentos de impotencia, ver un a un niño llorando desesperado y una enfermera o un médico de brazo cruzado; en mucho caso salir por el pasillo a otra sala a pedir una herramienta para aliviar la dolencia de pacientes; eso es normal en cualquier centro hospitalario, lamentablemente, indica.

La profesión tiene muchas situaciones donde el mejor y más experimentado los nervios lo traicionan, la experiencia más compleja la viví siendo enfermera, fue cuando el padre de una amiga se accidentó en las comunidad de Las Caobas y murió en el mismo lugar; ese señor vivió en mi casa en El Pino, era mi amigo; cuando yo lo vi me puse loca, los nervios se apoderan de mí, llamé a su hija para decirle que su padre había muerto; pero alguien cogió el teléfono, cuando esa persona llegó al hospital, me dijo “Quisqueya pero tú no parece enfermeras; pero como tú lo iba a darle esa noticia a su hija así tan cruda; que su padre había muerto”, yo le yo le pedí disculpa, me puse muy nerviosa, no supe qué decir, no encontré que hacer, expresó muy triste.

También la profesión en el campo laborar enfrenta grandes retos, lo más difícil me ocurrió fue en un parto, después que una paciente haber expulsado el niño, hizo una retención placentaria, el útero se cerró con la placenta dentro, cuando el doctor Villafaña llegó de su casa, me dio la orden de administrar un medicamento, yo sin la autorización de él no debía poner; diciéndome con unos toquecitos por detrás en el hombro derecho; por eso no permito que las enfermeras viejas que tengo en maternidad me la muevan a otra área; citando algunas  de ellas (os): Estaban (practicante), Milagro Almonte, Esthercita Gómez – fallecida,  Luisiano (practicante), Pastora Peña, Martha Zapata, es la experiencia más difícil que tuve con pacientes, precisa Disla.

Tampoco todos los momentos son de gloria, una vez perdí el control con un paciente que me golpeó sin yo tener ningún tipo de culpa; otra enfermera en la noche atendió un paciente que sufría de asma; cuando llego a servicios el enfermo dice, “no haber sido atendido en la noche, que pasó mucho trabajo”; el enfermo voló de la cama y me dio un golpe por la espalda; ahí mismo venía entrando la doctora Gómez y me gritó, “cuidado” dislita con lo que tú vas hacer, porque mi intención era darle con el borde de la tablilla. Esa fue la única vez que tuve ese tipo de reacción con un paciente y le agradezco a la doctora Gómez, luego el acongojado dijo, “de esa no me dejó inyectar”, la doctora Gómez recomendó mi traslado a otra sala; pero cuando yo entraba a esa habitación el paciente estaba a la expectativa; pero un día le dije, “descuida mi hijo, pierde el miedo yo estoy aquí para dar vida no para quitar y te pido disculpa por la reacción que tuve”.

En mi largo periodo como enfermera ocupé los puestos de: vacuna, planificación familiar, consulta a embarazadas, prenatal, cirugía, medicina general, pediatría, programa de VIH con embarazadas adolescentes y también el programa de paciente de tuberculosis.

Ser enfermera me ayudó mucho para mejorar mis cualidades personales. Hay que ser humanitario, tener esa necesidad de ayudar, atender a alguien, sociable, dolido eso te hace ser mejor persona y profesional.

Quisquella Disla finalizó sus estudios en Técnico Auxiliar de Enfermería en Puerto Plata en el año1970 en el hospital Ricardo Limardo, luego complementó con muchos cursos, talleres, seminarios, diplomados y congresos; ingresado a trabajar en julio de 1971 Loma de Cabrera, provincia Dajabón en el hospital Ramón Adriano Villalona.

“yo estoy muy disconforme con esta situación que estoy enfrentando, no me gusta hablar de ese tema, porque eso me tumba el ánimo, tenía dos seguros: Semunased – Salud de la Unión Nacional de Servicios de Enfermería Dominicana y Senasa, pero al pensionarme en el 2012 me quitaron ambos, en este país se vive la ley del más fuerte”, indica muy apenada.

Actualmente estoy jubilada después de 44 año en labores; aunque solo me reconocen 42 años en servicio; tengo que sobrevivir con un mísero sueldo, sin seguro médico, sufriendo de diabetes tipo 2, osteoporosis, hipertensa y una cirugía pendiente con dos hernias umbilical, expresó muy desanimada.

Agregó la auxiliar de enfermería, cuando me jubilaron me llamaron y antes de llenar el formulario pregunté a recursos humanos de salud pública “cuáles son las condiciones con las que me van a pensionar, su respuesta fue, la vamos a pensionar con el sueldo entero, su seguro médico; y si tiene menores también tendrán el mismo servicio de seguro. Cuando me mandan para Hacienda allá lleno el formulario y lo depositó, cuando me llaman de nuevo.

Después de salirme la pensión, llené otro formulario y pregunté, ¿Qué iba a pasar con mi seguro? Entonces me dijeron que, “tenía que esperar que el presidente Danilo Medina emitiera un decreto, desde el 2012 estoy esperando el decreto, enferma, con un vergonzoso salario después de haber dado toda mi vida, mis mejores años al Estado; hoy sin seguro médico y enferma”, aseguró Disla.

En las manos del excelentísimo señor Presidente de la República Dominicana, licenciado Danilo Medina Sánchez dejo esta problemática nacional de los seguros médicos; que después que un servidor entrega su vida al Estado, lo despiden, viejo, acabado enfermo, sin dale un seguro médico que lo ha ganado muchas veces en sus funciones.