POR RAMON MARTINEZ
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Especial/Caribbean Digital
NUEVA YORK.- En algo poco usual el afable tamborileño Ramón Rosario, (Papito) reune cuatro facetas:
el deportista, el político, el amigo y el humano, todas puestas al servicio de su prójimo.
Se puede afirmar que Papito Rosario, es parte de una generación que dentro de la hermosa geografía de
Tamboril tiene poca «cola» que pisar o errores que lamentar.
En su adolescencia Papito Rosario dedicó parte de su vida al deporte. Cuando tenía la vitalidad de la juventud
formó parte del equipo de beisbol amateur, en donde ocupó todos los roles que van desde recoge bate, jugador,
hasta dirigente.
Similar acción ejecutó en torno al fomento del softbol, disciplina que apoyó en la mayoría de las veces que
estuvo a su alcance. En su momento respaldó y defendió la Liga de Softbol «Los Veteranos», de la que manifestaba
era un buen espacio para compartir y tener el cuerpo en forma.
Igualmente Ramón Rosario, Papito, siempre estuvo en primera línea cuando los hijos e hijas de Tamboril,
iba a defender en la arena deportiva a la «Pajisa Aldea».
Tocó puertas en busca de ayuda económica para facilitar que el equipo de beisbol de Tamboril, y de otras
disciplina deportiva representen al municipio en eventos fomentados en Santiago, la capital y otros lugares
de República Dominicana.
Ramón Rosario, (Papito), es un reformísta consumado. Fué fanático enfermiso de Joaquín Balaguer y defendía
las ejecutorias de su gobierno a capa y espada.
Fue empleado público, ganó una regiduría por el municipio que lo vió crecer y logró sin éxito ser el candidato
a síndico por el Partido Reformísta Social Cristiano.
«Papito ha sido el político más humanitario que ha tenido Tamboril, con todas las personas actuó como síndico sin
haber sido elegido ya que dentro de sus posibilidades ayudaba a todo el que necesitaba de él. En el plano deportivo
iba a los juegos de beisbol amateur y a peloteros o fanáticos le daba lo que llevaba» recordó el empresario y dirigente
politico César Alvarez.
Como regidor apoyó sin esperar nada a cambio todos los proyectos que entendía beneficiaba a las comunidades y
las entidades que lo solicitaban.
«Nadie que solicitaba ayuda a Papito se iba con las manos vacías, es mas cuando le pedían dinero el decía tengo
cien pesos aquí, llévate 50 porque al igual que tú puede venir otra persona que tenga las mismas necesidades
y también hay que ayudarlo» dijo Juanito Sánchez, de su viejo amigo.
En el plano humano, Ramón Rosario, (Papito), tiene su esposa con quien procreó varios descendientes.
Forma parte de la inmensa mayoría de tamborileños que son pobres y con «60 mil problemas» que resolver.
Sin embargo, por su forma de ser y compartir Papito Rosario, que lleva a cuesta más de 7 décadas de años,
hoy está en el grupo de tamborileños que son muy queridos y cuenta por doquier con un mano que lo quieren
saludar, abrazar o darle ánimo.
Pero al avanzar el momento de «acostarse las palomas» le llegó de todo. Este humilde hijo de Tamboril, está enfermo
muy enfermo, con pocos recursos y para completar con pocas personas que le tiendan el apoyo económico.
Entre otras enfermedades, Papito Rosario, padece una implacable diabetes que para controlarla hay que estar encima de
ella, porque de lo contrario ya hubiera muerto.
Por solidaridad, en la administración que encabezó Francisco Alvarez (Juanbo) se le entregaba una pequeña ayuda
económica, y también parte de la medicina que permitía tener contralada la diabetes, pero esta colaboración le fue retirada
tan pronto asumió el control del ayuntamiento de Tamboril, Anyolino Germosen, y el Partido de la Liberación Dominicana.
Es entendible que hay que quitarle el apoyo a los opositorres, y dar ayuda municipal a «los míos», aunque muchos de
ellos tengan varios sueldos en otras oficinas del Estado.
Quizás, en la Sala Capitular del cabildo de Tamboril, desconocen quién es Ramón Rosario, (Papito), no obstante alguien
debe saber que este hombre fue regidor, deportísta y un gran amigo; y que por lo tanto deben promover, no por lástima
sino por solidaridad una resolución en donde se le otorgue alguna ayuda económica que permita a este hijo de Tamboril
tener cierta tranquilidad antes de que llegue el momento de las «palomas acostarse de manera definitiva».
La propuesta está hecha, ojalá que haya al menos una o un regidor que se atreva a proponer eso ante el consejo edilicio.