Naufragios y complicidad

Desde Mi Ventana Óptica

Por Alejandro Almánzar

NUEVA YORK./ Hay hombres que en las instituciones públicas dejan sus legados, aquellos a quienes la sociedad siempre tiene a bien recordarles, son la minoría, la mayoría es todo lo opuesto, individuos que sueñan con alcanzar una posición civil o militar, para solucionar sus problemas personales, sin importarles el destino del país

Alejandro Almánzar.

Entre los primeros, se sitúa el vicealmirante, Homero Luis Lajara Solá, quien al ocupar el cargo como jefe de la Marina de Guerra, los viajes ilegales en yolas a Puerto Rico, desaparecieron por arte de magia. Una vez salió del cargo, de nuevo, el país ha vuelto a conocer de llegadas de indocumentados a la Isla del Encanto, a través de la peligrosa travesía.

Durante la estadía de Lajara Solá en la institución, sólo la prensa destacaba las detenciones de posibles viajeros y organizadores de viajes. Sabemos, que estos viajes a la muerte no tuvieran éxito, de no contar con la complicidad de funcionarios civiles y oficiales de la Marina de Guerra.

Por eso, nueva vez, el zozobrar de una frágil embarcación, repleta de incautos, ha vuelto a ser noticia en la costa de Samaná. Se sabe de tres cadáveres rescatados, de más de 90 que abordaron una frágil embarcación, pero como siempre, los nombre de esos criminales que organizan dichos viajes, se mantienen en el anonimato, aunque son conocidos por todos allí.

Ya en gestiones de anteriores jefes de Marina, el narcotráfico y el crimen organizado encontraron aliados, siendo la mayoría de ellos protagonistas de la “Masacre de Paya”, donde fueron asesinados siete ciudadanos colombianos. La complicidad de militares, policías y funcionarios, con organizadores de viajes y narcotraficantes, es responsable de la inseguridad existente en nuestro país.

Gente que por dinero, les venden el alma al mismo “Diablo’. Es mucho el dinero que poseen personajes de la vida pública, alimentando tiburones en el Canal de la Mona. Tampoco nadie se explica, cómo “pobres” pagan entre 30 y 70 mil pesos para abordar una yola que los llevará al extranjero en calidad de ilegales.

Esa suma invertida, demuestra que no toman esta determinación por asunto de pobreza, pues no es tan fácil que alguien pobre pueda acumular dicha cantidad, con lo que podrían iniciar pequeños negocios, que les permita mantener con dignidad a su familia.

Pero de lo que se trata es, buscar mucho dinero rápido, por lo que al llegar a sus destinos, se convierten en candidatos a narcotraficantes y sicarios, única industria donde se obtiene riquezas en poco tiempo, y quizás eso justifica tan peligrosa travesía y la alta inversión.

Estos viajes terminaran, cuando oficiales de la Marina y funcionarios civiles dejen de apadrinar a sus promotores. El actual jefe de la Marina debe depurar muy bien el personal que envía a esas Costas, pues es sabido por todos, que allí opera un lucrativo negocio entre organizadores de viajes y oficiales.

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