Memorable, hiralante y, a veces gris,: ¿Qué pasa con el muerto?

José Rafael Sosa

Especial/Caribbean Digital

 

El teatro se regodea en si mismo y vuelve a dejar sentir la fuerza de sus recursos en  la oportunidad en que convoca a la platea. El teatro, expresión sublimizada, enaltecida y ridiculizada de la vida misma, tiene sus formas de provocar la constancia de repetir a sus llamados.

Esa fuerza de volver anhelantes al teatro, la tenía desde que se anunció ¿Qué hacemos con el muerto? , una producción de Luis José Germán (Cada Oveja con su Pareja, 2011), con un elenco atractivo y la garantía que ofrecen el enrevesado y genialmente construido texto de humor luctuoso y comedia de situaciones escrito en 1955 por Alfonso Paso, el más exitoso de los dramaturgos de la post-guerra española,  bajo el titulo de  Usted puede ser el asesino y la dirección de Manuel Chapuseaux.

 

Lo actoral

La comedia tiene cuatro intérpretes que se llevan sin dudas las palmas por su desempeño: Irving Alberti, eje del accionar, armador de las acciones y agudo en sus acciones. Es la base interpretativa del trabajo. Su desempeño alienta a verla una  y otra vez.

Luis José Germán, conciente de su capacidad para provocar la risa, así sea con una expresión, una mirada o un gesto. Conforma con Irving un “one-two” de química establecida y disfrutable.

Sabrina Gómez, quien pese a lo breve de sus intervenciones, logra delinear un personaje auténtico y diferenciable interpretativo  brillante, crea una risa intrínseca que se gana el gusto del público. El impacto de su personaje tiende a radicalizar la apreciación: o se le encuentra genial o algunos pensarán que es una retardada y no les agradará. A nosotros simplemente nos contagió del gusto por una buena actuación.

Kenny Grullón, marca de seguridad en toda comedia, vuelve a evidenciar su veteranía  logra  la altura que merece su talento, sabe manejarse y todo el esfuerzo de ir a ver el trabajo, él lo justifica.

Miguel Lendor,  un artista al que no se le ha hecho  justicia. Este tipo es buenísimo pero algo ha operado para que mediáticamente no sea una “marca” reconocida y demanda por directores y público. Gracia en su expresión corporal, enfocado en lo que hace y adaptable al tono hilarante. El merecería un trabajo aparte. Hay que inclinarse ante su versatilidad y empuje estético en la actuación.

 

Lo objetable

Hony Estrella, no esta a la altura de su desempeño de otros trabajos. Es graciosa, incesante en el trabajo complejo de interpretar textos que se suceden uno tras otro para dar cuerpo a la esposa  logorreíca que le ha correspondido. Pero no nos ofrece el color del personaje que habríamos querido. No está mal, pero  tampoco está bien. Quien conoce de su capacidad, sabe que no está en escena todo lo que puede dar.

Yelitza Lora tiene la mala suerte de un personaje de pocos parlamentos, pero también pudo haber logrado un mejor sello interpretativo. La sentimos apagada.

Erlyn Saúl, quien hizo de Julio, tiene condiciones para un iniciado, pero le falta garra, tigueraje (el que le sobra a Irvin y Luis José), y debió exigírsele mucho más para dar un personaje convincente.

Hay un policía de apoyo al inspector  Hilario (Kenny Grullón), que es no tiene el «tono» y  queda sin el impacto esperado, Debe  reiniciar su manejo de la voz, la modulación y la limpieza de sus movimientos escénicos. En  el teatro no basta con un cuerpo excelentemente modelado en el gimnasio.

La entrada de las dos chicas del final es francamente innecesaria y desentonante cuando claman las voces contra la utilización de la imagen de la mujer. Finales de este tipo, debian ser parte del pasado.

La recomendamos con entusiasmo, pese a las objeciones que de seguro no pasan de ser parte de un demandante e ilusorio  de cronista pasado de tiempo, este  autor.  El trabajo se repone en Bellas Artes desde el jueves. Pueden ir con la seguridad de que reirán por hora y media, sin parar. No me hagan mucho caso.