“Me ha costado aceptar a la mujer lujuriosa que hay en mí”

Aunque su carrera televisiva le ha dado la popularidad, es en su faceta de escritora donde no para de producir. Incluso ha situado sus novelas entre las más vendidas. Su último libro ‘Hablarán de nosotras’ (Editorial Aguilar), va de mujeres y pecados.

Corazón ¿De dónde saca tiempo para aparecer cada temporada con un libro debajo del brazo? Y encima suelen ser de los que pasan las 300 páginas…

Sandra Barneda Debe ser que multiplico las horas… O que he encontrado el secreto de la máquina del tiempo.

C. ¿Es de las que no pega ojo por las noches y se pasa las horas delante del ordenador?

S.B. Te aseguro que duermo bien. Lo que ocurre es que me relaja mucho escribir. Igual que otras personas lo hacen viendo películas, lo mío es la lectura y escribir. Aunque reconozco que me ha costado muchísimo este último libro porque, al contrario que las novelas de ficción, que me ayudan a evadirme, este ha sido un trabajo de mucha documentación y rigor que me exigía estar más centrada. Y eso, cuando estás estresado, es más complicado.

C. Es su primer libro de no ficción. ¿Era una idea que barajaba o se la han propuesto sobre la marcha?

S.B. Es una idea mía. La ventaja que tengo con mi editorial es que me dejan hacer todo lo que quiera con libertad. Les dije que quería parar y hacer algo diferente y les encantó.

C. Y se sumerge en la realidad hablando de mujeres pecadoras.

S.B. He querido dar la vuelta a lo que muchos entendemos por normal. Me fascinan los pecados capitales, pero desde el psicoanálisis. La Iglesia católica ha adoptado tradiciones paganas y por eso me parece fascinante lo de los pecados capitales, pero sin el sentimiento de culpa, como algo liberador y de aceptación. Creo que cuanto más nos aceptemos dentro de la imperfección del ser humano, más libres seremos. Todos pecamos de ira, pereza, lujuria… y en asumirlo y verlo está lo bueno.

C. Podría decirse que sus protagonistas convierten sus pecados en virtudes, porque gracias a su forma de actuar han sido grandes triunfadoras.

S.B. Así es como yo lo entiendo. Habría que ver a los personajes exitosos desde la admiración de sus imperfecciones y cómo superan las situaciones

C. Una de sus ‘pecadoras’ es la política Hillary Clinton. ¿Cómo vivió su derrota electoral?

S.B. Como una tragedia. Hay un interrogante sobre lo que hará Trump a partir de ahora, pero está claro que la reflexión hay que hacerla sobre la clase política de los últimos 20 años, que lo ha hecho muy mal, porque se está castigando a los ‘sistemas’. Necesitamos otros gobernantes, otra manera de construir la sociedad global. En esta época de crisis y reflexión, muchas veces echamos la culpa al otro, de ahí que surjan brotes extremos en muchos países. Vamos a ver qué ocurre en Francia con Marine Le Pen. Hay que ver porqué la sociedad rechaza lo establecido y apuesta por la radicalidad.

C. Hablamos entonces del éxito del populismo.

S.B. Pero lo peligroso es ver a dónde conducen esos populismos. Ahora todos esperan que Donald Trump no cumpla su programa, porque si lo hace vamos a ver la que nos viene… En todos los sentidos.

C. De nuevo, el sueño de ver a una mujer en la Casa Blanca se ha desvanecido.

S.B. Me sorprendió Susan Sarandon, una mujer a la que admiro como activista, cuando dijo que ella no votaba por la vagina tras ganar Hillary en las primarias a Sanders, que era su candidato. Es verdad que estaba dolida pero fue un comentario fuera de lugar. Quizá Hillary sea, de los aspirantes a la presidencia, la mejor preparada en toda la historia.

C. Los expertos aseguran que los americanos no le han perdonado a Hillary Clinton la mentira, un pecado que no sé si para usted merece el olvido.

S.B. La mentira es lo más difícil de perdonar y justificar. Están las piadosas y ahí deberíamos abrir la mente, pero la política se ha convertido en un espacio de prestidigitadores. Me preocupa que incluso las nuevas generaciones de políticos de nuestro país sean iguales que las anteriores. Pecan de lo mismo. Al final, todo es una cuestión de empoderamiento. Me gustaría que hubiera más cerebros que durante cuatro años decidieran apostar por lo colectivo para que este país fuera a mejor. Es la profesionalización de la política lo que estropea todo. Piensa que durante todo el tiempo que hemos estado sin Gobierno aquí ningún político ha renunciado a su sueldo.

C. Pero eso Donald Trump sí que lo ha hecho…

S.B. En su caso, es una estrategia muy hipócrita, ya que no renuncia a los beneficios de sus empresas.

C. ¿Cuáles son sus pecados?

S.B. Soy compulsiva y por eso peco de gula. He tenido ira, pero creo que me defino más con el orgullo, ya que mi parapeto ha sido la soberbia. Cuando alguien me ha tratado mal, me he cubierto de ella y es cuando ha salido una fuerza que me ha ayudado a superar diferentes momentos, aunque en otras ocasiones me ha perjudicado porque me he pasado. Un pecado que me ha costado aceptar es la mujer lujuriosa que hay dentro de mí. Siempre la he tenido acordonada. He sido pudorosa al hablar, compartir y hasta aceptar la lujuria y ahora ya estoy en el camino. Con los años, aprendes que la vida no es como te la contaron sino como aparece. Romper con ciertas creencias cuesta bastante y entras en fase de crisis, pero siempre es para evolucionar

C. ¿Cómo ha influido en su forma de ser la televisión?

S.B. La visibilidad te coarta cierta libertad, pero en eso soy rebelde, aunque aun necesito más aceptación por mi parte. La televisión es peligrosa en tanto en cuanto el personaje pueda comer a la persona.

C. ¿Qué es lo que más le ha molestado que digan de usted?

S.B. Que hablen de mi mal carácter. Soy de arranque y no me gusta callarme, porque me habría generado una úlcera, pero no entiendo porqué confunden que sea seria con que no pueda ser divertida. No tiene nada que ver. Lo bueno es que, al final, las criticas dejen de afectarte.

C. ¿Cómo lleva que hablen de su intimidad?

S.B. No me resulta cómodo pero reconozco que estoy en la aceptación, pero sin que eso suponga que tenga que dar detalles de mi vida privada, algo que solo quiero compartir con los míos. No soy de personalizar y sí de hablar de colectivos. Con mis cosas, soy pudorosa. Tengo asumido que el que me saquen fotos en mi vida privada es algo que hay que digerir sin llevarse disgustos. No quiero vivir más días malos porque me vea en una portada. En general, creo que se me respeta bastante aunque sé que me tienen ganas. Cuando alguien no habla de su intimidad hace que sea más apetecible. Yo estoy dispuesta a hablar de temas míos que afectan a muchas personas pero de mi intimidad, no. Sigo con ganas de tener un proyecto televisivo donde se pueda contar con mi opinión, un formato de late con mi toque personal

C. ¿Qué recuerdos le ha dejado Hable con ellas?

S.B. En la última etapa, pienso que no se dio con la tecla correcta y eso lo sufrimos los que estamos en primera línea. Incluso así, creo que de todo se aprende y eso que no cubrió mis expectativas. En este momento, no sé si volvería a repetir.

C. Una mujer especial en su vida ha sido…

S.B. Mi madre. Cada vez que hablo con ella aprendo más. Cuando dejas de verla como madre y la descubres como mujer es una maravilla. Es mi referente porque ha pasado mucho, se ha sentido muy limitada en su valía y no se han sabido apreciar sus virtudes.

C. ¿Se plantea usted la maternidad?

S.B. Sí, es algo que me planteo y no voy a decir más. Soy una persona muy exigente y responsable, y para mí es el proyecto más grande de la vida.

C. ¿Nos dará una sorpresa?

S.B. Si es, es… Y si no, pues no es.

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