María Casado: «La vida real ha superado mis sueños»

María Casado (39 ) es de gustos sencillos y apasionada de lo que hace, sobre todo, de su profesión. Se reconcilió hace un año con el deporte y descubrió el crossfit, que la transformó.

Su desencanto con el medio lo ha reflejado en Historias de la tele (Ed. Aguilar), que estará en las librerías a partir de octubre. Cuando habla de su madre se le ilumina la mirada. No descarta la maternidad y tiene muy claro que se jubilará en la radio.

Corazón ¿Cómo le llegó el proyecto de ‘La Mañana’?

María Casado En informativos, tenía la sensación de haber llegado a un fin de ciclo. Había hecho telediarios, ‘Informe Semanal’, especiales, ‘Los Desayunos’… Tenía esa sensación de fin de ciclo, pero Mariló Montero dijo que se iba de TVE, y apareció el regalo encima de la mesa. Me dijeron si me apetecía irme a ‘La Mañana’. Fue un cambio de registro total, pero lo hice muy convencida. Me veía haciéndolo. Si no me hubiera visualizado, hubiera dicho que no

C. ¿Qué balance hace de este primer año?

M.C. Necesité los primeros cuatro o cinco meses para situarme y sentir esto como algo mío. Pero, ahora, el balance es maravilloso. Por ejemplo, los primeros días de la sección de corazón, que era algo que yo no había tocado en televisión, fueron complicados. He ido aprendiendo y va gustándome la parte de entretenimiento que hago. Igual ocurre con la actualidad, no la política sino la social, donde ya me siento igual de cómoda.

C. ¿A qué hora se levanta a diario?

M.C. El despertador suena a las 5 de la mañana. Hago un poco como los niños: la noche antes me dejo preparada la ropa, el bocadillo… Así que, cuando suena el despertador, me ducho, me tomo un café y me voy hacia Prado del Rey. Suelo llegar sobre las 5:30 horas. Lo primero que hago es leer toda la prensa. Sabiendo los temas que llevamos, me preparo mis documentaciones para ir tranquila a plató. Y, de 8 a 9 de la mañana, bajo a maquillaje y peluquería, me visto y voy hacia el plató. Me gusta llegar con tiempo.

C. Manías antes de empezar…

M.C. El despertador suena a las 5 de la mañana. Hago un poco como los niños: la noche antes me dejo preparada la ropa, el bocadillo… Así que, cuando suena el despertador, me ducho, me tomo un café y me voy hacia Prado del Rey. Suelo llegar sobre las 5:30 horas. Lo primero que hago es leer toda la prensa. Sabiendo los temas que llevamos, me preparo mis documentaciones para ir tranquila a plató. Y, de 8 a 9 de la mañana, bajo a maquillaje y peluquería, me visto y voy hacia el plató. Me gusta llegar con tiempo.

C. ¿Es muy religiosa?

M.C. Soy muy creyente, pero no practico.

Soy muy niñera. Hay cosas que he ido postergando, pero me encantaría ser madre»

C. ¿Ve los programas de la competencia luego?

M.C. No tengo tiempo. Pero, a través de las redes, te vas enterando de lo que han hecho los demás. Tanto Ana Rosa como Susanna Griso son dos grandes de este país. Los datos lo dicen todo. La franja matinal tiene una batalla sana, pero una batalla a fin de cuentas. Nosotros estamos ahí, en la pelea de ir mejorando. La satisfacción de este año ha sido esa. Cerramos con, aproximadamente, un 8’9% de audiencia.

C. ¿Qué retos se marca para esta temporada?

M.C. Llegar a los dos digitos de audiencia.

C. ¿Novedades en el programa?

M.C. La primera gran novedad es la decisión de la casa de dividir el programa en tres franjas. La primera, que es de la que me voy a encargar yo, incluye actualidad, y la parte de entretenimiento. Ahí vamos a seguir con corazón y con los realities de la casa –’MasterChef Celebrity’ y ‘Operación Triunfo’–. Se incorpora Macarena Berlín para llevar ‘Saber Vivir’. Y para finalizar, Inés Ballester con ‘Amigas y Conocidas’. Hemos incorporado a Fernando Díez de la Guardia, periodista de Canal Sur, para que copresente conmigo la parte de actualidad. Mi queridísimo Jota Abril se queda en la parte de entretenimiento a mi lado

C. ¿Es de las que visita mucho a los jefes?

M.C. No soy persona de visitar despachos. Me gusta trabajar, me gusta mi trabajo y es a lo que me dedico. El día de los atentados estaba en Barcelona y yo llamé, porque el oficio te tira. Y les dije a los jefes: «Sé que tenéis todo perfectamente preparado y gente, pero si necesitáis de mí, estoy aquí». (Acabó haciendo un especial en directo en La 1 que atrapó a medio país. Nadie olvidará su emotivo directo al despedirse con un «Barcelona t’estimo»).

C. ¿Cambiar de formato también le ha influido?

M.C. Sí, claro. El cambio de horarios me ha permitido recuperar un poco mi vida. Y entre los propósitos, estaba el de hacer deporte, porque llevaba dos años sin hacer nada. Nunca pensé que el crossfit me iba a transformar tanto y tan rápido. He descubierto la receta mágica con este deporte. Comer lo que te apetezca y sentirte bien. Sin la necesidad de hacer la tan manida dieta. Ahora como bien, no me privo de nada, pero hago una hora diaria de crossfit de lunes a viernes. Es entrenamiento militar, muy duro, pero me divierte.

C. ¿Se ha hecho más coqueta?

M.C. Es que no lo soy nada. Ahora alucino cuando me pongo un vestido. He tenido épocas que he estado un poco más gordita, pero nunca me han dicho nada en la tele. O cuando me he cortado el pelo o me lo he dejado largo. Pero cuando te sientes bien con tu cuerpo… A veces, ni me lo reconozco ahora. Es que son tres tallas menos lo que he adelgazado.

C. No suele acudir a estrenos o fiestas. ¿Huye de algo?

M.C. No es que no me guste, pero te come tanto tu trabajo que, si al final tuviera también que hacer todo lo demás, me olvidaría de vivir. Decidí no dar entrevistas. También para concentrarme en mi trabajo.

C. ¿Separa la vida profesional de la personal?

M.C. Al final, sales en la televisión y eres consciente de que eres un personaje público. Pero hay una parcela de la vida que tiene que ser privada, porque la exposición total no es vida.

Con mi madre tengo una relación

muy especial. Me llevo 20 años con ella y es mi amiga, mi confidente»

C. ¿Le ha costado poner esto en práctica? ?

M.C. Inevitablemente, dejas cosas por el camino. A mí se me acerca mucha gente muy agradable. No he tenido malas experiencias en este sentido. No puedes entregarlo todo. Es circunstancial que yo esté en la televisión.

C. ¿Circunstancial? ¿Nunca había pensado en trabajar en la tele?

M.C. Jamás. Me apunté al casting para presentar ‘OT’ en la primera edición, estando en RNE. Me animaron los compañeros, pero fue un juego, sin pensar que iba a llegar a la final.

C. ¿Le hubiera gustado presentar la edición de este año?

M.C. No. Nunca he tenido la sensación de elegir un proyecto. Al final, son las circunstancias. Nunca he elegido, me siento afortunada, no me puedo quejar. Operación Triunfo me parece un regalazo. Yo espero que a Roberto Leal le vaya muy bien, porque es un caramelo.

C. ¿Volvería a la radio?

M.C. Sin pensarlo. No sé si será pronto o tarde, pero a mí me gustaría retirarme en la radio. Me daría igual la franja.

C. Siempre ha estado ligada a cadenas públicas. Sin embargo, es difícil, o imposible, adivinar su tendencia política.

M.C. Ideología tenemos todos. El otro día me encontré a un señor en la calle que me dijo: «Me pongo a pensar y no sé a quién votas». Eso me parece un piropo, porque, al final, es mi manera de enfocar la profesión. Cuando hacia ‘Los Desayunos’ no quería ningún protagonismo. Quería pasar desapercibida en ese sentido y creo que lo conseguí.

C. ¿Qué guarda de esa etapa en la que desayunaba con todos los políticos de este país?

M.C. Lo llevé con mucha responsabilidad y aprendí mucho en aquella época. Hacer entrevistas es la parte que a mí más me gusta.

C. ¿Tenía miedo de hacer preguntas incomodas?

M.C. Las tenía que hacer. Si al entrevistado no le gustaban o no quería contestarla, ya era cosa de él. Llegué a la conclusión de que era tan responsable de lo que preguntara como de lo que no preguntara.

C. De toda la gente que ha entrevistado, ¿con quién se queda?

M.C. Pues no es un político. La entrevista más bonita que he hecho ha sido a Steven Spielberg. Fue en un hotel aquí, en Madrid. Él venía a presentar la película Lincoln, con Daniel Day-Lewis. Solo concedía dos o tres entrevistas. Me advirtieron que, al entrar, no le tocara, no le besara. Cuando entré, se me acercaron los dos. Spielberg estaba resfriado ese día y, cuando fue a darme dos besos, me hizo la escena de Con faldas y a lo loco en el andén, en la que se tocan con los codos. Me llevé la película de ‘ET’ y me la dedicó.

C. ¿Lo suyo y el periodismo es vocacional?

M.C. Con ocho o nueve años, estaba siempre con un walkman gigante y me pasaba el día escuchando la radio. Y la tele, me chiflaba. Me acuerdo de preguntarle a mi madre: «¿Yo que tengo que estudiar para hacer eso?». Fue la primera vez que escuché la palabra periodismo. A partir de ahí, pico y pala.

Cuando hacía ‘Los Desayunos’ quería pasar desapercibida y creo que lo conseguí»

C. ¿Era buena estudiante?

M.C. Sí. Me costaba, pero le echaba horas. Estudié con beca.

C. ¿Tiene más hermanos?

M.C. No, pero me he criado con unas primas gemelas que tienen un año más que yo y mi primo, que tiene tres más. Vengo de una familia muy humilde y he sido la primera universitaria de la familia. Todo con mucho esfuerzo, pero con mucha satisfacción a la vez.

C. ¿Cuándo vino a Madrid?

M.C. La semana que a mí me cambió la vida. Era febrero de 2005 y yo estaba ese lunes en Barcelona, renovando la tarjeta del paro. Me llamaron de Madrid el jueves para venir a hacer un ‘casting’ el viernes por la mañana. Ese sábado empecé a presentar el ‘Telediario’. Aquel día fue de locos, pero lo recuerdo con mucho cariño.

C. Suele hablar mucho de su madre. ¿Tienen una relación muy especial?

M.C. Un amor incondicional. Yo con mi madre tengo una relación muy especial. Me llevo 20 años con ella, así que, para mí, es mi amiga, mi confidente. Lo es todo. Me dice lo bueno, lo mal…

C. ¿Descarta la maternidad?

M.C. No. Soy muy niñera. Hay cosas que he ido postergando, pero me encantaría.

C. Este año debuta como escritora con el libro Historias de la tele (Ed. Aguilar). ¿Cómo surge la idea?

M.C. Tenía un momento de crisis profesional. Quizás, por agotamiento. Y no sé cómo he podido hacer un libro sobre la tele, porque estaba enfadada con el medio. Quería cambiar. Yo hacia una sección, hace años en RNE, que era Anécdotas de la tele, con Alfredo Menéndez. Había hablado con muchos profesionales y me divertía. Me dije: «Esto tiene un libro». Me metí tanto en el tema que empecé desde que nace la tele en España, en 1946, hasta que llegaron los canales privados. Lo que he hecho ha sido un anecdotario y un recorrido sentimental por programas musicales, infantiles, concursos…

A finales de octubre, María publica el libro 'Historias de la tele'.
A finales de octubre, María publica el libro ‘Historias de la tele’.

C. El prólogo es, nada menos, de Mayra Gómez Kemp.

M.C. El día que fui a recoger el libro le dije: «No sé por qué me he metido en esto». Me desbordaba. Me miró y me contestó: «Alguien tenía que hacerlo y te ha tocado a ti». Me ha ayudado a reencontrarme con el medio. A volver a enamorarme de la tele. Hay anécdotas maravillosas. Me he pasado tardes en el archivo fotográfico de TVE y he conseguido imágenes maravillosas. He disfrutado mucho. Es un libro con mucha foto, muy divertido. Me ha hecho recordar dónde estaba y haciendo qué en cada momento. Me he acordado mucho de mi abuela. Sale a la venta a finales de octubre.

C. Además de escribir, canta muy bien.

M.C. En mi casa, el dinero justito, pero siempre había muchos discos y muchos libros. Me encanta la música. Me cambia el estado de ánimo. Te lleva, te recuerda a alguien.

C. La tele, la radio, el ‘crossfit’… ¿Qué más le divierte?

M.C. Estoy enganchada a las series. Y disfruto viéndolas. Llevo una vida muy normal. Soy muy casera y me gusta cocinar.

C. ¿Cómo ha conseguido conservar los gustos sencillos, a pesar de la popularidad?

M.C. Viene de fábrica. A veces, nos equivocamos. La felicidad no es tener cosas.

C. ¿Borraría cosas del pasado?

M.C. Todos borraríamos algunas cosas. Solo se aprende a base de errores. Mi abuela me decía: «Al que te haga daño, hazle un regalo». De pequeña me cabreaba, pero, con los años, te das cuenta de que tiene razón. El que te hace daño te aporta. Lo que yo podía soñar se ha superado con la vida real. Se me han multiplicado, me siento una afortunada.

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