Madres que se multiplican

En unos casos, la acción de ayudar a otros se da de forma fortuita por el impacto que les provocó una situación, en otros para evitar que individuos sufran lo que esa persona ya padeció.

Aquí conocerán tres mujeres, a través de tres historias de vida, que decidieron convertirse en madero para apoyar a otros que lo necesitan.

Qué hacen, cómo viven y por qué se merecen el calificativo de “madres que se multiplican”.

Una trabaja por el derecho de la niñez desprotegida, otra que se puso como compromiso mejorar las condiciones de vida de los niños de escasos recursos económicos enfermos de cáncer y una tercera que ha logrado demostrar que la discapacidad no es una barrera para lograr la superación personal y profesional.

Alexandra Matos de Purcell, Silvia Denis Pichardo y Cristina Francisco decidieron dedicar parte de su tiempo, energía y recursos a una labor altruista a favor de esas causas.

A través de la Fundación Amigos Contra el Cáncer Infantil (FACCI), Matos de Purcell acoge a los pacientes que llegan al hospital Infantil Robert Reid Cabral y que son diagnosticados con cáncer.

La fundación provee a los pacientes todo lo que necesitan para que sea tratado de manera oportuna.

Una vez diagnosticados, a los niños y adolescentes se les remite a Casa Facci, donde son registrados para recibir las ayudas económicas y medicamentos que otorga la entidad.

Cuando residen en el interior del país, además de las medicinas, reciben alimentación, docencia, clase de música, entretenimiento en áreas de juego y en una sala de cine y disponen de una habitación para descansar, junto a su madre o tutor, por el tiempo que dure el tratamiento.

También se les paga el transporte. La casa funciona en un edificio de cinco pisos que se construyó con donaciones, el 80% en especie, próximo a donde está el hospital pediátrico, en el sector Mata Hambre.

El cáncer es un mal al que por lo regular se le da seguimiento hasta por cinco años.

En la mayoría de los casos, la enfermedad en infantes es curable.

La protección a la niñez vulnerable a todo tipo de abusos, a los que viven en las calles y a quienes son víctimas de abuso, o sobrevivientes de explotación sexual-comercial es la labor que día a día realiza Pichardo, directora-fundadora de Caminantes, un proyecto educativo por la niñez y adolescentes del municipio Boca Chica.

Su misión es trabajar con la familia, con la escuela y la comunidad para evitar que los menores de edad sean víctimas de abuso, pues cuando eso sucede en cualquiera de esos escenarios, el riesgo de caer en la explotación sexual-comercial o irse a la calle a vivir o a trabajar es mayor.

Ayudar a esas mujeres que por tener una discapacidad sienten que sus vidas terminó y hacerles descubrir que hay otras con limitaciones similares o peores a las que tienen, que viven y luchan por desarrollarse y hacer algo útil, es el principal estímulo que tiene Francisco para demostrarle a sus compañeras que la principal barrera que puede tener una persona es mental.

“Como ser humano me siento orgullosa de ser madre, de que mis hijas (tiene dos) las he podido criar y formar en una sociedad que, a veces no siempre es lo mejor para que un niño crezca, es un motivo de orgullo y lo hago, no para ufanar, sino para que otras mujeres sepan que ellas también lo pueden lograr”, expresa Francisco.

La mujer se ha convertido en protectora del círculo de mujeres que, como ella, tienen una discapacidad.

Fuente de noticia