Lealtad, odio y perdón

 JOSÉ ALFREDO ESPINAL

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La amistad es un tesoro que no se puede perder por un capricho de presunción.

SANTIAGO, RD.- «La lealtad es un sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien», según aparece en el buscador mundial Google. Faltar a este principio puede ser un motivo de odio y rencor hacia otra persona. Sin duda, eso es así.

Pero juzgar a priori también es un acto desleal contra el amigo, aquel que, a pesar de las adversidades, aún cuida por el bienestar físico y sentimental de la otra persona.

Para muchos resulta más fácil acusar a los demás cuando se ven desesperados, que comprender a la otra persona, cuya mente viaja por el abismo. Es más fácil, incluso, llegar a odiar por la presunta apreciación de un acto desleal que perdonar por el sentimiento salido del corazón que pudo haber existido alguna vez.

Si se odia se expresa un sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirse un daño o de que le ocurra alguna desgracia.

En cambio, «perdonar es olvidar la falta que ha cometido otra persona contra ella o contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ella, o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra tiene con ella», indica Google, en una de sus definiciones.

Perdonar a alguien demuestra el sentimiento real que en el pasado le manifestaste a alguien, a quien le pediste lealtad y por cualquier razón, motivo o circunstancias hoy entiendes que esa persona incumplió a su promesa.

Entiendo que no se puede ser desleal al sentimiento verdadero. No se puede ser desleal al amor de toda una vida. Tampoco y lo más importante, no se puedo ser desleal a quien te ha regalado la vida.

La lealtad es un principio; el perdón es un don.