La única medicina para curar heridas

Rafael Baldayac

«De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe, y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud». (M. Cervantes, en el Libro del Quijote a Sancho).

Rafael Baldayac
Rafael Baldayac

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: “Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, y le salvó su amigo.

Al recuperarse tomó un punzón o estilete y escribió en una piedra: “Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por qué después que te pegué escribiste en la arena y ahora en cambio escribes en una piedra?”.

Sonriendo, el otro amigo respondió: “Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo. Pero cuando nos ayuda, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá borrarlo”.

¿Qué es el perdón y por qué lo necesitamos? La palabra “perdonar” significa hacer borrón y cuenta nueva, perdonar, cancelar una deuda. Cuando somos injustos con alguien, buscamos su perdón a fin de restituir la relación.

El perdón es un acto de amor, misericordia y gracia.  El perdón no es otorgado debido a que la persona merezca ser perdonada. Nadie merece ser perdonado. El perdón es una decisión de no guardar rencor a otra persona, pese a lo que le haya hecho.

La Biblia nos dice que todos necesitamos el perdón de Dios. Todos hemos cometido pecado. Eclesiastés 7:20 declara, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.” 1 Juan 1:8 dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

 Todo pecado es a la larga un acto de rebelión en contra de Dios (Salmos 51:4). Como resultado, necesitamos desesperadamente el perdón de Dios. Si nuestros pecados no son perdonados, pasaremos la eternidad sufriendo las consecuencias de ellos (Mateo 25:46; Juan 3:36).

¿Cómo lo obtengo el perdón? Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo. Dios desea perdonarnos, de manera que ha hecho provisión para nuestro perdón. El único castigo justo por nuestros pecados es la muerte. La primera parte de Romanos 6:23 declara, “Porque la paga del pecado es muerte…” La muerte eterna es lo que hemos ganado por nuestros pecados.

Dios, en Su plan perfecto, se hizo hombre, en la persona de Jesucristo (Juan 1:1, 14). Jesús murió en la cruz, llevando la penalidad que merecíamos – la muerte. 2 Corintios 5:21 nos enseña, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¡Jesús murió en la cruz, llevando el castigo que merecíamos! Siendo Dios, la muerte de Jesús proveyó el perdón por los pecados del mundo entero

También, es el deseo de Dios que seamos agradecidos. Hay muchas personas que no expresan gratitud. Si alguien hace algo por ellos, no lo agradecen, creen que se merecen no sólo eso, sino más y es una forma de expresar orgullo.

Para tener una actitud de agradecimiento, necesitamos dejar que nuestros pensamientos sean honestos, puros, amables, y dejar fuera el orgullo.

La Biblia nos habla de una ocasión cuando Jesús sanó a 10 hombres leprosos y sólo uno regresó para dar las gracias a Jesús (Lucas 17:11-19).

Todo lo que usted tiene que hacer es pedirle a Dios que le perdone a través de Jesús. Si usted cree que Jesús murió para pagar por su perdón entonces ¡El lo perdonará!

 “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:17.

La única medicina que existe para curar nuestras heridas se llama «Perdón», pero no la venden en la farmacia. Para perdonar debemos decidir perdonar. Es un proceso, es una decisión, es una determinación que liberará nuestra energía.