"La gente cree que los bomberos somos héroes"



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Hoy se celebra el Día Nacional del Bombero Voluntario, en honor al aniversario de la creación del primer cuerpo de Argentina en el barrio de La Boca, en la calle Brandsen al 567. Esta fecha que se conmemora todos los 2 de junio desde 1884 tiene un porqué.

Todo comenzó cuando Tomás Liberti creó el cuartel, pocos días después de que su hijo Orestes comandara espontáneamente a un grupo de vecinos para apagar un incendio al grito de «¡Adelante los que se animen, vamos a apagar el incendio!«.

A partir de ese evento, brindan un servicio ininterrumpido a la comunidad. Aún conserva la primera autobomba del país, bautizada como «La Argentina», recibida en donación en 1886 de la Capitanía de Puertos. Y es por eso que quieren transformar el galpón original en un museo.

Marcelo Medina forma parte de este mundo desde hace 35 años. Día a día, sin descanso y atento a las sirenas. Cuando tenía 14 años, escuchaba la alarma y salía corriendo para ver qué era lo que pasaba. En ese momento entendió cuál iba a ser su profesión, que tuvo lindos momentos, como otros muy duros. Marcelo estuvo allí, como testigo impotente, del incendio de Iron Mountain, en Barracas, donde murieron 10 compañeros en servicio.

A partir de los 8 años y hasta los 14 está la etapa de Brigadistas, en la que los jóvenes «aprenden y y hasta combinan estas tareas con la escuela». Los cadetes, de los 14 a 18 años, se encargan de los trabajos de limpieza del lugar y se les enseña, mediante simulacros, cómo enfrentarse a un incendio. Sólo a partir de la mayoría de edad se ingresa en la etapa cooperativa: el bombero aprende y practica sobre las reglas de las funciones dentro del incendio.

«Cuando estás en un incendio hay dos grupos, uno opera y el otro descansa. Cada uno tiene una tarea específica, si uno falla puede haber accidentes. Por eso, en el momento en el que te relajás, te das cuenta lo difícil que fue. Lo que tenés que pensar, es que vos salís y tenés riesgos. La mejor intervención que podemos tener es la de llegar al cuartel de vuelta sanos y salvos», cuenta el Comandante Medina.

Para él, hay que estar muy seguros a la hora de emprender el camino del servicio a la comunidad. Es una vida muy sacrificada en donde a veces dejan de lado a la familia y ponen por delante la vocación: no importa si es Navidad, año nuevo o un cumpleaños.

«No es un club de barrio, tenés que sentirlo mucho. Lo único que digo es que acá no hay héroes, no buscamos serlo, tratamos de cumplir un servicio. Todos tenemos familia y lo mejor que podemos hacer es llegar a casa y darles un abrazo. Tampoco podemos creernos Superman. Somos seres humanos, con un equipo especial que nos protege hasta ciertos límites del fuego, pero también nos morimos».

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Un día en el cuartel

Normalmente llegan al sector de la guardia y hacen el ingreso. Luego comienzan a operar y a refaccionar todos los elementos del cuartel como mangueras y lanzas, ya que el material para evacuación debe ser controlado diariamente para poder tener un buen uso de cada elemento.

Con un cuerpo de oficiales, suboficiales, bomberos y aspirantes, siempre están preparados para cualquier accidente o eventualidad que se les presente. Además hay personal pasado a la reserva que, ante una emergencia, se autoconvoca, y trabaja en la logística o en los preparativos dentro del cuartel.

Medina explicó cómo se procede para armar un operativo: «lo normal es recibir un llamado telefónico y se toman los datos. Paralelamente se activa la alarma interna para avisar que hay una posible salida. Finalmente se verifica la dirección y la dotación parte hacia el lugar».

Cómo se financian

«En cualquier parte del mundo generalmente somos admirados cuando nos precisan, esa es la verdadera historia», expresa Medina.

La institución recibe un subsidio anual por parte del gobierno, pero esto no alcanza para cubrir todos los gastos. Por eso trabajan para poder mantenerse y muchos de los insumos que compran se costean gracias a ese «extra».

«Al ser voluntarios no tenemos ningún tipo de ingreso. Hacemos servicios de eventos, armamos el sistema de incendios de los edificios, enseñamos, capacitamos. Hace 10 años no tenemos rifas, bonos, ni pedidos de dinero en la vida pública. Consideramos que no tenemos que mendigar. Para nosotros es mucho más coherente hacer eso», finalizó.

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