Sonriente, bromista, dicharachero, conquistador… En el Festival de Cine de Málaga nos hemos vuelto a encontrar con el Imanol Arias de siempre, aquel de quien en los últimos tiempos solo veíamos su sombra. Una sombra de tristeza tras hacerse públicos sus problemas con Hacienda, a los que siguió su ruptura con Irene Meritxell, su pareja durante los últimos ocho años.
Pero Imanol ha resurgido de sus cenizas como el Ave Fénix, como él mismo asegura. Un Fénix, que en lugar de esconder la cabeza bajo sus alas, ha dado la cara con sinceridad y valentía. En este proceso, el actor asegura que han sido fundamentales sus hijos y su trabajo, muy en especial, la película que presentó en Málaga, Despido procedente, donde comparte cartel con actores como Hugo Silva y Darío Grandinetti.
Corazón Presenta nuevo trabajo cinematográfico.
Imanol Arias Sí, he venido a Málaga a presentar un adelanto de la comedia Despido procedente y también a celebrar el cumpleaños del ‘niño’, porque nuestro festival ya tiene 20 años. Cuando se creó, recibió un mandato de Antonio Banderas: «Málaga te regalo este festival de la gente del cine para que lo queráis y achuchéis siempre». Y como una premonición, cada año es mejor y más cálido.
C. Este proyecto surgió de una forma curiosa…
I. A. Sí, fue hace dos años, en Marbella, durante los Premios Platino. Nunca antes hubo una reunión con tantos actores latinoamericanos como entonces. Entre otros, estaba Kate del Castillo, con sus guardaespaldas, que ya se había encontrado con el Chapo Guzmán… Y yo me encontraba en la piscina, en una esquinita en traje de baño, cuando se me acercó el director Lucas Figueroa y me contó la pasión que tenía por hacer esta película. Cuando uno habla en traje de baño, no puede esconder nada… Me pareció un oportunidad fascinante para hablar de expatriados y de cómo nos enfrentamos a los grandes retos de la vida. He rodado con Darío Grandinetti, que es amigo desde hace muchos años, y con Hugo Silva, una persona con una energía brutal y un corazón de oro. Me recordaba a otros actores que voy conociendo como Quim Gutiérrez, a los que yo llamo mis hijos. Cuando te encuentras con esta energía, solo tienes que abandonarte y dejarte llevar.
C. Háganos un resumen de la película.
I. A. Es una historia de pícaros vestidos con traje de Armani. Mi personaje es un hombre bueno, español, al que expatrían a una compañía a Argentina, porque no cumple algo terrible. Cuando llega allí se encuentra con lo mismo y decide dejar de ser bueno, revertir la situación y unirse con los peores de la ciudad para acabar haciendo una cosa buena. Lo consiguen pero montan una muy gorda.
«Voy a devolver todo lo que debo y esta película era el primer paso»
C. ¿En quién se ha inspirado para interpretar a este personaje?
I. A. Principalmente, en el director, Lucas Figueroa. Cuando comencé el rodaje de esta película, tenía un enorme follón encima con tres coches con periodistas detrás de mí… Lucas me apartó y me dijo que él había trabajado en las finanzas y que me iba a ayudar. Yo ponía el lado humano, porque fui un expatriado, ya que estuve tres años trabajando en Argentina. La sensación de expatriado para mí es que ganas un país, por eso sigo siendo un expatriado venezolano, argentino y cubano.
C. Se nota que se lo ha pasado bien rodando.
I. A. Sí, porque fue un rodaje muy activo. En ese momento de mi vida, yo pensaba como mi personaje que la felicidad no está en el resultado, sino en el plan, y el plan de ellos era divertido. Espero que el mío sea igual de vital. Parte del mismo y de mi reconstrucción era esta película.
C. En esta película parece haber mucho de usted.
I. A. El personaje tiene algo que no tienen otros míos y es una verdad que la vida me ha obligado a mostrar y yo solo tengo que aceptar y asumir. Pero sigo con mi mismo compromiso, voy a terminar devolviendo todo lo que debo y esta película era un primer paso. Trabajar en Argentina es un privilegio, porque me consideran un hermano, una estrella, como no vivo allí, no les canso y eso va creciendo.
C. En España también se le quiere. ¿No lo siente así?
I. A. No quiero decir eso… Lo que pasa es que aquí tengo más posibilidades de meter la pata. Es como los amores de verdad, con los claros y los oscuros. Además, parte del plan es que no hay reproches ni culpables. Son las circunstancias y eso me ayuda a ser mejor, a tener desapego y empezar desde cero con mucho trabajo. En los próximos 390 días, tengo 360 de trabajo, en tres países y con contratos buenos que me van a permitir terminar a cero y recomenzar mi vida.
C. ¿Cuáles son esos otros proyectos que tiene?
I. A. Empiezo el 28 de marzo una película sobre el geógrafo español Ali Bey, junto a Marisa Paredes y Rodolfo Sancho, en la que hago del sultán Solimán. Luego tengo un proyecto del que se está cerrando fechas en México y, posteriormente, vuelvo con mi serie, Cuéntame.
C. Vaya agenda la suya.
I. A. Tengo que pensar qué hacer para cumplir esto: dormir mucho, dejar de fumar…
C. La verdad es que está muy delgado…
I. A. Con Alcántara me pongo en 65 kilos, luego regreso a los 68. Debe ser que el catering de la serie está fatal (risas).
C. ¿Y lo de volver a dirigir en algún momento?
I. A. Dirigí un mediometraje, Un instante en tu piel, creí que podía dirigir un largo y me ofrecieron una película de encargo: Un asunto privado. Mi padre cuando la vio me dijo: «Si no sabes torear para que te metes». Pero lo que sí me gustaría es codirigir un capítulo de Cuéntame, que es algo que llevo pidiendo mucho tiempo, pero no me lo dan. Soy productor ejecutivo, controlo los procesos de los actores, los tiempos… Yo viví en una casa de 80 metros cuadrados, como ellos. Mi madre era la sirvienta de una casa y un día volvió al pueblo con un Mercedes porque era la madre de Imanol Arias.
C. Nos gusta verle sonreír…
I. A. Estoy contento y, además, muy feliz estando solo, sin pareja. Me encuentro bien conmigo mismo.
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