Dirigir en la República Dominicana es sentarse en una silla muy caliente

NATHANAEL PÉREZ NERÓ

SANTO DOMINGO, (Ligadom.com). Si en la pelota dominicana a los dirigentes se les pagara por partidos, ninguno se atrevería a hacer compromisos económicos en base a ingresos de más de una semana. Se vive el día a día. Aún no sea el más pesado, es el primer candidato a ser lanzado al mar cuando la marea sube y la barca amenaza con hundirse.

Andy Barkett
Andy Barkett

Si bien siete días demuestra ser el tiempo límite para rebosar la copa que acoge la paciencia del público y de los directivos, que canalizan su pánico a la gerencia por cuantos medios existan, sobran los ejemplos en que esas gotas extras pueden aumentar su presión tan rápido como en 24 horas.

Andy Barkett entra en esa categoría última, igual como le ocurrió a Tim Tolman, despedido por el Licey en plena final de la 2007-2008, o más reciente Luis Dorante, cesanteado por los Toros con tres partidos de ventaja en el clasificatorio cuarto puesto sobre los azules en la regular pasada, a falta de cinco juegos.

El capataz es sacado de la cueva aguilucha luego de mover más fichas que Gary Kaspárov para hacer funcionar un plantel tan repleto de talento que logró consenso en los pronósticos para ir a la final.

Si bien el libreto no se ha cumplido, Barkett entrega a Miguel Tejada un equipo en la zona del dinero en lo que es el reflejo de la temperatura de las sillas en las que se sientan (en realidad pasan la mayor parte del juego parado) los dirigentes en la liga dominicana. Dos derrotas en fila determinaron ese cambio mayúsculo.

De los seis estrategas que comenzaron el torneo actual, apenas dos no han sido cancelados o «apartados» de sus puestos; Dean Treanor (ganador de la serie regular), y Audo Vicente (que encabeza el round robin). David Bell (Escogido) fue cesanteado al partido 21 (6-15), y José Offerman (último campeón) resistió hasta el encuentro 27 (10-17) antes de ser «sustituido».

No es un fenómeno nuevo, cuando un equipo no juega bien no hay figura inmovible. De hecho, en las últimas cinco temporadas 17 de los 30 dirigentes que arrancaron las campañas fueron despedidos o lo mismo que el 57%.

Fuentes consultadas revelan que el salario de un dirigente ronda entre los RD$250 mil y RD$300 mil al mes, o su equivalente en dólares, además de incentivos por clasificaciones.

Vicente perdió su puesto con el Escogido tras finalizar el curso pasado perdiendo la final en ocho partidos, después de ganar la regular, el todos contra todos de forma arrolladora, y llegando de una estación en la que salió campeón. Es una salida que todavía a la fecha genera interrogantes, aunque el equipo no lo atribuyó a resultados en el terreno.

«No se puede botar a los peloteros, los cambios buscando reacción lamentablemente se llevan a los managers. Dorante es un buen mánager, pero las cosas no estaban resultando», fueron las palabras del gerente general Pablo Peguero cuando sustituyó al director técnico venezolano.

La explicación de Peguero es la clásica, una que llega previo a un aviso diplomático en el que un ejecutivo «garantiza que el puesto del dirigente está garantizado», un mensaje que pone a dormir con los ojos abiertos al estratega y a sus colaboradores más cercanos.

«Con el cambio de dirección no buscamos establecer culpables, sino encontrar una voz diferente dentro del clubhouse y causar la reacción que necesitamos», acotó Manny Acta a la hora de informar la salida de Offerman, ganador de dos títulos sustituyendo a otros dirigentes.

Ningún manager que ha comenzado al frente del Licey ha terminado la campaña en el puesto desde que Rafael Landestoy lo hiciera en la zafra 2006-2007.