Difícil es la nobleza en un político

Por Santiago Rafael Caba Abreu

Miembro del Comité Central del PLD

Especial/Caribbean Digital
Montecristi, República Dominicana.- A lo largo de la historia nos encontramos con personajes que han cultivado un espíritu inspirado en la nobleza de sus actos. Y no me refiero al noble que ostenta la condición o el título de nobleza, que constituyó desde la antigüedad una alta dignidad, tanto como luego un concepto socio-grupal.  Sino al ser humano que se extiende más allá del alcance de la memoria, los registros o la tradición.

Doctor Santiago Caba, miembro del Comité Central del PLD. Archivo.
Doctor Santiago Caba, miembro del Comité Central del PLD. Archivo.

La inferencia es que el sujeto referido es, o puede considerarse una persona buena, sana, de buen proceder, de conducta correcta y de sentimientos justos o cristianos.

Se entiende pues que un hombre noble es de una clase distinguida, hidalga, justa y compasiva.

En la antigüedad los grandes y ricos hombres tuvieron una alta consideración en la monarquía de los siglos medios a la que unieron la influencia que les daba su valor personal, sus riquezas y las grandes fuerzas de que podían disponer.

Ahora la nobleza no deriva de fortuna, ni de conquistas, ni del poder, sino de la conducta regia, firme, de buen corazón, de acrisolada honestidad, de formación social, académica y moral inspirada en los valores cristianos, donde reina el amor, la bondad y la fe.

En un político estas condiciones han resultado siempre difíciles de encontrar, pues su ejercicio discurre en un ambiente de eterna competencia, rodeado de lisonjeros e interesados,  que se cree que puede halagar al otro, con propósito de ganarse su voluntad para fines interesados. La adulación es tan antigua como el mundo y ejemplo evidente de ella en tiempos modernos es una célebre frase de Luis XIV, fruto de las más desatinadas adulaciones de los cortesanos y de no pocos literatos de su época, hasta el extremo de que la Academia propuso un concurso para premiar al que desarrollara mejor la tesis: “¿Cuál es la más admirable de las virtudes de Luis XIV?”, la que el rey tuvo el buen sentido de mandar retirar.

La adulación rodea a los políticos que utilizan los demagogos para su medro personal, razón por la que resultan muy pocos los que poseen la loable virtud de ser nobles.

Entonces, como es parte de una preocupación personal, y creo que talvez hasta podría ser una preocupación colectiva, puesto que a veces vemos a mucha gente cuestionando la falta del cumplimiento de la palabra empeñada, la demagogia para recoger vítores ajenos, el irrespeto al honor ajeno, el permanente dejo de desconfianza en la honestidad de los demás, siempre hay dudas del otro, me he propuesto estudiar los detalles que identifican la nobleza de un político y no he tenido la suerte de encontrar en esta profesión a muchos hombres cuyas virtudes sean reconocidas por los demás para colocarles como seres realmente NOBLES.

Quizás por eso dijo Johann Wolfgang Von Goethe: “Un hombre de noble corazón ira muy lejos, guiado por la palabra gentil de una mujer”, pues siempre encontraremos que la nobleza se expresa si a ella le acompaña un atractivo reconocimiento de tal virtud.

Además, como casi siempre, los políticos están rodeados de personeros falsos, de traidores encubiertos, de confesos enemigos demagogos que tiran a matar, de lisonjeros mediocres y de competencia permanente, propio de los seres humanos, resulta difícil, casi imposible la existencia de hombres provistos de tan alta virtud “un político noble”. De ahí pues la expresión “cría cuervos y te sacarán los ojos”.