Por el P. Regino Martínez, sj.
Especial/Caribbean Digital
Dajabón, R.D. Al borde y al inicio de la paz, la tranquilidad, de la alegría y la resurrección del señor. De paz de feria, de plenitud de la vida, hay que pasar por la cruz y la pasión de Jesús, que se hace presente, sin llamarlo, para salvar la unidad hasta lo grande y profundo por Solidaridad con el otro, y con la humanidad llegó al extremo de dar la vida para salvar otros.
Una vida que no termina hasta llegar a Jesús; en ese sentido, yo creo que tenemos pues, que tener presente ese ejemplo, esa realidad, ese misterio de la vida. Porque nosotros, muchas veces, como una costumbre y/o tradición familiar, nos llega la semana santa, donde reflexionamos sobre los acontecimientos, sin embargo, la vida continua igual.
A veces nos afecta, y uno mismo se siente afectado o se siente perjudicado, pero, yo creo que, precisamente, el ejemplo de Jesús, sin ser él perjudicado por la condición humana, se hace humana para poder restablecer la amistad con el creador; para poder restablecer la vida que nosotros mismos, por buscarnos a nosotros mismos, habíamos perdido.
Mucho creen que por darse la gran vida buscándose así mismo, es que se puede disfrutar de la vida. Y resulta, es cuando la perdemos. La vida se opone en la medida que nos encontremos en búsqueda del bien del otro, aunque yo me perjudique. De ahí que Jesús entregó su vida y la rencontró en cada uno de nosotros. Con justicia y, sin embargo nos da una vida que es la plenitud de la vida que nosotros, en estos días no debemos dejar pasar.
Es necesario apartar unos minutos, una hora y un momento para reflexionar sobre los acontecimientos de la vida de Jesús, y no nos quedemos en lo superfluo de una participación ritual o un descanso, sino que meditemos real- mente en nuestros hechos y en nuestras vidas, obviando las perdiciones, pensemos en el ejemplo del mártir del Gólgota: Jesús.
Aprovechando el tiempo, debemos hacer mucho mas de lo que realmente hacemos cada día, aquello que no solamente nos beneficie, también a Jesús, muchas veces por hacer una siembra en otro encontramos la perdición. Esperamos en estas Pascuas 2011, cambiemos nuestras propia timidez y asumamos hoy la lógica de Jesús: se pierde para a la vez ganar. El futuro de renovación y reencuentro es ahora.