Así es la nueva generación de la viña

Cuando Luis Gutiérrez alza la copa para catar su vino, los viticultores contienen la respiración y cruzan los dedos. De su valoración depende en buena parte el futuro de su bodega, ya que Luis trabaja con Robert Parker, uno de los críticos de vinos más influyentes del mundo.

«Trabajo para Wine Advocate, que es una publicación de Robert Parker. Ahora somos ocho personas catando vinos por el mundo y yo me encargo de los de España, Argentina, Chile y una región pequeña de Francia, Jura. Mi trabajo es catarlos, comentarlos y valorarlos con una escala numérica entre 50 y 100″.

Un trabajo que para más de uno sería un sueño, pero que conlleva, además de responsabilidad, mucho trabajo: «Wine Advocate es la opinión más citada en cuanto a vinos y sí tenemos una cierta influencia. Es un trabajo bonito pero intenso. Tengo que publicar de media unos 600 vinos cada dos meses. Ya catarlos es un montón de trabajo, porque tienes que buscar los vinos, hablar con la gente que los produce y visitar las zonas. Me parece muy importante el contexto de lo que hay en la botella, que es todo lo demás».

Mucho más que una lista

Y precisamente es ese «todo lo demás» lo que Luis ha querido contar en Los nuevos viñadores (Ed. Planeta). «La gente se queda solo con la puntuación, que para mí es una manera de montar una jerarquía de calidad. Una lista fuera de contexto no me parece suficiente y este libro es ese contexto. Es un libro de historias, gentes, paisajes, viñedos, tradiciones, cultura y gastronomía. Uno de mis objetivos era que lo pudiera leer mi madre, que de vino no sabe nada. En este sector utilizamos un lenguaje rimbombante y asustamos a la gente. Es importante normalizar».

Luis Gutiérrez ha viajado durante casi dos años junto con el fotógrafo Estanis Núñez, amigo y compañero desde los tiempos en los que trabajaban para publicaciones musicales, haciendo su particular Ruta 66 por los viñedos patrios. El resultado ha sido este libro en el se muestran 14 representantes de la nueva generación de viticultores españoles de diverso origen, zona geográfica y edad, pero con una filosofía común.

«Hay una vuelta al pasado en la forma de cultivar intentando hacer productos más naturales. Ese hilo conductor pasa por recuperar las viñas viejas y variedades de uva que teníamos, habíamos denostado y en las que no habíamos creído. Esta recuperación pasa por creer en lo nuestro». Entre esos 14 retratos, hay apellidos tradicionales del mundo del vino: «La familia de Pepe Raventós está ligada a los vinos espumosos de Cataluña y él ha roto todos los esquemas saliéndose de la denominación de origen que crearon sus antepasados».

«Por su parte, René Barbier, cuyo apellido está en unos vinos de producción industrial, porque fueron vendidos por su familia, ha reinventado el Priorat. Y Álvaro Palacios y su sobrino, Ricardo, que provienen de una familia muy conocida de La Rioja, han hecho arrancar el vino de calidad en el Bierzo (León), en el que nadie creía. Estos son algunos ejemplos pero los 14 han hecho cosas increíbles». Una nueva generación con mucha solera.

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