Aless Gibaja: 'Que nadie te diga quién tienes que ser'

Aless Gibaja Que nadie te diga quién tienes que ser
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Aless Gibaja se hizo conocido subiendo fotos de sus estilismos a la red. Su legión de haters no solo no han podido con él, sino que lo han llevado a reflexionar sobre sus prioridades y dedicar su vida a la lucha contra el acoso escolar. Sí, él es mucho más que ‘ese chico raro que da consejitos’. 

 

Durante toda mi vida han intentado hundirme, pero nunca lo han conseguido. Y cada día lo intentan más, pero pueden menos. Por suerte, puedo decir que he tenido una infancia superfeliz. Como mis padres se divorciaron cuando yo tenía 4 años siempre he estado viajando mucho. He pasado mi infancia viviendo entre Madrid, en la casa de mis abuelos en Gran Canaria y Roma, la ciudad de mi madre, por lo que siempre he tenido una mentalidad muy abierta. Más tarde, me fui a estudiar a Miami a la Universidad. Cuando tenía dieciséis años, empecé a colgar fotos mías en las redes sociales. Por entonces, lo que estaba de moda era usar Fotolog y Tuenti. Lo que hacía era compartir imágenes con mis looks a lo egoblogger. El boca a boca hizo que el blog se hiciera conocido y que, de golpe, me encontrara con mucha gente que me amaba, pero también mucha otra que me odiaba. 

Siempre han intentado por todos los medios que no sea yo. Me han llegado a calificar de friki, a preguntarme por qué visto así, a decirme que soy ridículo y un sinfín de cosas más. Siempre he procurado ser fuerte y no preocuparme por lo que me diga toda esa gente a la que ni siquiera conozco. Incluso algunas firmas y marcas todavía me piden que actúe como ellos quieren. Siempre te intentan pulir y que no seas tú mismo. Hoy, todavía, hay mucho miedo a lo diferente. Es como cuando de pequeño te enseñan que las cosas se hacen de una manera, y lo sigues haciendo así toda tu vida por inercia. Cada uno que viva como quiera. Por eso, me declaro completamente en contra de las etiquetas. No eres más pija por llevar ese modelo de gafas, o más choni por teñirte el pelo de un color determinado. ¿Por qué encasillar a las personas sin ni siquiera intentar conocerlas antes? 

Vivimos en un mundo donde parece que todos tenemos que estar cortados por el mismo patrón. Cuando no eres como la sociedad quiere que seas, pasas a convertirte en una diana de insultos. Sin embargo, por mucho que nos quieran hacer creer, hay que tener siempre claro que la perfección no existe. Instagram, por ejemplo, es una gran mentira. La gente se retoca hasta la saciedad; se cambia el color de ojos; se estira las piernas para parecer más delgada; se ponen de rubias, de morenas… Y lo peor de todo es que en las redes uno solo enseña lo que quiere que se vea, pero la realidad es muy diferente. Todos tenemos días malos y de bajones. No siempre estamos tan maravillosos como queremos hacer creer al mundo. Me aburre ese concepto de perfección. Esos actores y actrices que vemos tan estupendos en las revistas tampoco son perfectos, lo que pasa es que tienen un equipo de 20 personas detrás que trabajan en su imagen, su pelo y su estilismo.  

Es hora de dejar de idealizar y estar contentos con quienes somos nosotros mismos, con nuestros gustos y nuestra forma de ser. Todos somos humanos y no hay alguien que sea mejor que otro. En mi caso, reconozco que siempre me ha gustado la moda, pero me siento mejor llevando mi propio estilo y no dejándome llevar por los cánones impuestos. Y si a alguien no le gusta, no es mi problema, sino el suyo.  

Todos somos perfectas imperfecciones

Tras años expuesto a todo tipo de escrutinio, a raíz de los testimonios que me llegaban de muchos de mis seguidores, me di cuenta de que no estaba solo y de que hay un gran número de personas en todo el mundo pasando por lo mismo y a las que les cuesta mucho salir de esta pesadilla. Tanto chicos como chicas, y de cualquier edad, me escribían preguntándome cuál era mi secreto para ser tan fuerte y no hacer caso a todos esos haters con ganas de hundirme. Me he topado con personas con miedo a ir al instituto o adultos que son acosados por sus colegas de trabajo o sus compañeros de la universidad. Parece que cualquier excusa es hoy buena para humillar al otro; ya sea el físico, su orientación sexual, la mochila que lleva colgada al hombro, etc. Fue cuando supe que tenía que hacer algo y decidí involucrarme de lleno en la lucha contra el bullying. 

Empecé a colaborar con la fundación Anar, a dar charlas en colegios, a ir a programas hablando de este problema social y también inicié por mi cuenta una campaña en las redes sociales. El año pasado, todos los beneficios de mi single ‘Re-Aless’ fueron destinados a fundaciones que luchan a diario contra el bullying. De ahí surgieron también los ‘superconsejitos’, que son frases inspiradoras con las que intento que todas esas personas que sufren sean un poco más felices. Así como un libro que he publicado titulado Manual para ser feliz around the world (Editorial Destino), que reúne mi filosofía de vida con el fin de ayudar a quien lo lea a ser aún más fuerte. Sé que no soy psicólogo y que mi ayuda está limitada a difundir un estilo de vida que defiendo basándome en mis experiencias, pero creo que es necesario que entre todos contribuyamos con nuestro grano de arena a acabar con este problema. Todo el mundo tendría que aprovechar su popularidad para ayudar en alguna causa. Me parece supernecesario. 

Yo intento ser la imagen de lo que defiendo. Soy como soy y lo único que quiero es ser feliz. Tolerancia, respeto e igualdad son mis máximas. No porque insultes a alguien vas a ser más cool. La mayoría de los haters y de aquellos que hacen bullying, insultan y provocan daño, lo hacen pensando que de esta forma van a sentirse mejor con ellos mismos. Estoy convencido de que el 99% de los casos es gente que no está bien y que necesita sentirse por encima del resto. Ahora mismo, alguien podría pasar y gritarme que soy un ridículo. ¿Y qué? ¿Acaso no sé yo ya quién soy realmente? ¿Qué puede importar la opinión de una persona de entre casi 8.000 millones? ¡Qué más da! La vida pasa volando y las cosas se olvidan. La gente se toma las cosas demasiado en serio, y no reparamos en que todo, absolutamente todo se acaba olvidando. Lo que hoy puede parecerte un problema, en un tiempo ni siquiera pensarás en ello. Recuerda: no dejes de ser tú mismo porque será con quien vivas para siempre. Lo demás…¡todo pasa!

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